Los filólogos creen que tiene «raíces» francesas, y si se profundiza aún más, se llega a la palabra latina ballare, que significa literalmente «bailar». Al igual que ahora, en la Edad Media los bailes de salón no eran bailes ordinarios, sino estas danzas seculares, que se realizaban sólo durante las grandes celebraciones y los bailes especializados.
Los bailes de salón cambiaron y mejoraron, algunos desaparecieron y se olvidaron rápidamente, y otros, por el contrario, se popularizaron por ciclos. Así que hubo épocas enteras de bailes de salón, cuyo conjunto en cada una de ellas cambiaba constantemente. La acostumbrada para nosotros «colección» de danzas clásicas se formó en el siglo 18-19. Como hemos dicho, los bailes de salón eran un privilegio para la nobleza y los intelectuales, por lo que solían realizarse en diversas recepciones durante las llamadas «recepciones de baile».
A finales del siglo XIX, los bailes de salón fueron perdiendo su condición de «élite» y el círculo de personas que los realizaban se amplió enormemente. Alrededor de la misma época, la escuela de baile europea sucumbió a la considerable influencia de las tradiciones de baile latinoamericanas y africanas, que cambiaron significativamente la naturaleza y el ritmo de las danzas. Se impregnaron de la inimitable gracia latinoamericana y de la originalidad de los movimientos africanos. Creemos que esta fusión de las escuelas de danza europeas y americanas, produjo bailes realmente inolvidables por naturaleza.
En los años 20 del siglo XX, justo después de su creación en el Reino Unido, el Consejo de Bailes de Salón normalizó el vals, el tango y el foxtrot. Ahora, estas danzas se interpretan en un programa general especializado. En general, los bailes de salón de esta época se dividían en deportivos y sociales. Un poco más tarde se creó otro programa estandarizado, que consistía en 5 danzas rítmicas.
La elección de las danzas para el programa del concurso se basó en el componente emocional y rítmico de la danza, así como en su popularidad general entre los bailarines. Igualmente importante era la calidad de la música, que podía crear una imagen inolvidable en la mente de los bailarines y de su público.